Perspectiva del sistema de prácticas NFCD – 3 textos

Perspectiva del sistema de prácticas NFCD

– 3 textos –

Post 1: Perder lo perdido – Post 2: solsticio de verano / celebrar

Post 1: Perder lo perdido

Este año viví varias muertes ( me encanta que ya aparezca la paradoja). Muertes humanas de familiares, maestros y amores infinitos, muerte de mi amado guardián felino. Otras pequeñas muertes en mí misma, en varias ideas, en modos de estar en algunos grupos, de vincularme; muertes en parte o completud de algunos proyectos y de varios viajes…
También me despedí de mi compu ( sí, la considero una compañera tb) que tenia casi 11 años y parió conmigo el libro Naturaleza entre varias creaciones más.

Fue en medio de una reunión con la red Naturaleza acerca de preguntas tensas en torno a la economía, como los valores construidos culturalmente que determinan los que se cobra y lo que no. Sobre el valor inconmensurable y quizás también intangible, de dedicar tiempo a los saberes experienciales, vinculares e improductivos como preguntarnos qué hago cuando hago? hay placer, gusto, presente aquí? Qué me tiene acá? Desde qué referentes me muevo? Qué estamos construyendo con nuestro hacer diario? …y así andar en la demora necesaria para el cambio de hábitos encarnados del patriarcado.
Sobre la compleja y cotidiana pregunta de cuánto se cobra un seminario/formación/clase en la que ofrezco los saberes que he dedicado toda mi vida a construir? ¿Cómo hacer para poder vivir en este mundo sin entrar en la dinámica elitista de que solo venga quien pueda pagarlo?
Preguntarnos cómo hacer para que una acción que está por fuera de las instituciones y las marcas se autosustente (sobreviva) y a la vez pueda ofrecerse a la comunidad de un modo más abierto?

Reunión extensa y ardiente con observaciones de la propia historia y de las más lejanas posibles también, que no alcanzo aun a pronunciar aquí, y que ocurría mientras se nos iba cortando la luz en las distintas partes del mundo donde estábamos: San Juan, Bariloche, Berlín; el Valle Sagrado en Perú, Buenos Aires, Traslasierra Córdoba. El corte de luz en mi casa se llevó mi compu al quemarla. Lamentablemente no había pasado muchos archivos del nuevo libro y otros tantos de video, y fue así como un rayo que vino a alumbrar todo los que hacemos por detrás de lo que hacemos. Todo el tiempo y dinero necesario a la periferia de lo que hacemos.

Hace un tiempo había prometido que publicaría uno o dos textos por semana de los nuevos, pero entre que no tuve compu este tiempo y que aún no se sabe si recupero los textos, no pude hacerlo.
Ya estoy más amigada con el renacimiento que promete esta muerte. Ya vendrán nuevos textos, agravados, por la pérdida de estos. Y éso es ya mucho para celebrar.
Si soy sincera puedo decir que a demás de muertes este año ha traído algunos de los nacimientos más bellos para mí. Entre ellos recordar que el milagro acecha, cuando menos lo esperamos…

En el post de mañana ( en celebración del solsticio) va un texto muy importante para mi de este invierno que aqui quedó aun y quiero compartirlo.

Y hoy les dejo con el amado Roberto Juarroz, quien ha guiado este año más que nunca:

“Buscaré lo perdido
para volver a perderlo
en el trámite oculto
de las nuevas cosechas.

Para que en cada grano
estén todas las germinaciones,
y todos los fracasos,
todos los movimientos olvidados.

Para que el eco de la tierra
regrese a la tierra,
para que le eco del hombre
vuelva al hombre
como una palabra que no quiere partir.

Porque esta flor y su secreto
no pueden abrirse más que aquí. “

Post 2: solsticio de verano / celebrar

Como continuación al post de ayer quiero compartirles este texto que me encargó Luz Rapoport para un video/documental/ danza. Me dio solo esta pregunta(*), a mi y a otres investigadores del movimiento, con la que al principio quedé en shock. ¿Cómo hablo de lo que llevo toda mi vida preguntando? El video aún no está pero hoy es solsticio de verano y este es uno de los nacimientos del año que quiero celebrar. Aquí les va:

Qué es el cuerpo para mi? (*) 

El cuerpo es una convivencia de fuerzas. Una constelación de órganos, relatos, tejidos, sueños, flujos, pieles y huecos.El cuerpo es el cuerpo de la vida, una hebra hecha de hebras. El cuerpo está enhebrado a todo lo demás: tirar de un hilo puede descoserlo. Otro hilo, a veces viene a hilvanar los retazos, los desgarros que dejan cierta clase de tirones. ¿Cuál es la frontera de un cuerpo que inicia y termina en otro cuerpo? El cuerpo es cuerpos, bosque. Cada cuerpo es la hebra que le falta al mundo. Y la hebra que el mundo está necesitando. Es la hebra sin la cual el telar no podrá revelar su color. El cuerpo es comunidad. A veces es un solo cuerpo el que empuja a los otros cuerpos al abismo; es un cuerpo rebelado que provoca un huracán de agujero negro para que el dolor o la gracia puedan tocar el mundo. Un cuerpo arrojado en los demás cuerpos puede abrir un orificio hacia la extrañeza o una expansión hacia el abrazo. Un cuerpo jamás es solo un cuerpo.

El cuerpo es plural.

El cuerpo es un campo de misterio. Un campo de indefinición. Un campo de emergencia de lo extraordinario. El cuerpo siempre es único y por ello, donde radica el cuestionamiento del cuerpo, donde se evidencia la imposibilidad de definirlo. El cuerpo evoca su propia pregunta. La singularidad de cada cuerpo trae la novedad que podría ser un sendero hacia el presente. Una innovación que puede horadar todo lo que hemos creído acerca de qué es el cuerpo y de qué trata ser humanx.

El cuerpo es singular.

El cuerpo es historia; fósil desnudo que conserva –mientras olvida- el recorrido de la vida. En el cuerpo viven las bacterias que respiraron oxígeno por primera vez hace tres mil quinientos millones de años. Circula el oxígeno que antes emanaron las cianobacterias cuando realizaron el milagro de anclar la energía del sol en la Tierra. Las partículas de aquella explosión aún flotan aquí. El cuerpo es el proceso del que procede este instante. Todos los océanos meciéndose en cada célula, en cada huevo, en cada semilla. Restos animales aún relinchan, pían, aúllan, galopan, nadan y reptan aquí. Las marcas de estas manos son los surcos de otras guerras y otros nacimientos. La forma de los huesos vertebrados son las huellas de millones de caracoles reunidos para poder caminar en la tierra.  

El cuerpo es la cicatriz del tiempo.

El cuerpo es una invención. Un cuerpo surge con cada pregunta y con cada certeza. Un cuerpo se crea según cómo se mueva y a veces, según cómo se lo use (como se usa un sombrero o un par de zapatos). Existen cuerpos vegetales, cuerpos de piedra y de plástico. Cuerpos ciborg con máquinas para bombear un corazón. Cuerpos que tienen piezas prestadas. Cuerpos que tienen partes olvidadas y algunas confinadas a la desilusión. Cuerpos con pelos de lobo, cuerpos con piel de delfín. Cuerpos que no tocan la tierra ni para caerse. Cuerpos que se arrastran a plena luz del día como lombrices. Cuerpos que son parte del cemento y aguardan el brote milagroso que rasgue el edificio de los hombres. Cuerpos que aúllan a la luna. Cuerpos que se encienden en la oscuridad. Que bucean en el barro, que florecen en un lodazal. Cuerpos que avanzan hacia atrás y otros que se ensanchan al perderse. Cuerpos que navegan a velocidad de crucero en el charco de la esquina. Los que se inundan por dentro de tanto contener el llanto. Cuerpos fracturados por llevar cargas imposibles. Cuerpos que olvidan las funciones del cuerpo, incluso las más simples como comer o reír, de tanto tener que inventar el día. Cuerpos que se convierten en espacios no humanxs, indescifrables. Cuerpos que son un incendio, una furia o un despertar. Cuerpos que son la herida misma encarnada por donde otros cuerpos se escapan hacia el mundo de Alicia. Cuerpos que son un portal donde brota -o se hunde- el amor.

El cuerpo es un hecho fantástico.

El cuerpo es un hecho. Es lo que ha sido y lo que podría ser. Tal vez incluso es lo que jamás será. Es todos los espacios llenos de eso que él no es, llenos de otrura. Una otredad que solo accede a su diferencia gracias a no poder ser el hallazgo que ese cuerpo encarna. El cuerpo es y no es simultáneamente. El cuerpo está siendo. El cuerpo se está haciendo. Con cada gesto, con cada palabra, con cada emoción. El cuerpo es autogestión. Auto-creación. Auto-combustión. Desborda todo lo hecho, ya que con cada acción desaparece y aparece multiplicado o transformado en otra cosa (que es otra forma de multiplicar la exuberancia de la vida).

El cuerpo es un acto.

El cuerpo es lenguaje, el filo de la letra que dibuja tu sonrisa. La suma consonante que endereza el sentido en tu columna. Y también, el cuerpo es lo indecible, lo que escapa a la semántica sustancial de la palabra. El cuerpo es la fuga del sentido, lo que hiere al relato, lo que desfonda la narrativa del concreto. El cuerpo es lo no dicho y lo que no puede ser dicho. Es silencio y es grito. Es el balbuceo que antecede al nombre de las cosas.

El cuerpo es poesía.

El cuerpo es un orden para el caos. Un orden que no se somete a las leyes del hombre. Al hombre que inventa la idea de unas leyes. El cuerpo es un torbellino que se auto-organiza para que emerja el misterio. El cuerpo es un aguacero, un chubasco y a veces una tormenta eléctrica. El cuerpo es la luz que trae un rayo. La revelación y la rebeldía. Es el plan que contiene el desvío de todos los planes.

El cuerpo es lo inesperado.

El cuerpo es la muerte del cuerpo. Muere hoy, morirá mañana. Muere cada segundo en cada célula. Muere cada noche, con cada sueño. Morir es su potencia de existir. Su inconsistencia, su fragilidad son el bombeo de su propio nacimiento. Cada cuerpo es un nacimiento. Miles de millones de nacimientos. Cada cuerpo es su renacimiento; la bocanada de aire luego de la asfixia, de la que no se sabe si hay retorno, en cada exhalación, en cada cuerpo conocido o desconocido que muere, en cada helada que arrasó la vida en el campo, en cada incendio de monte. Y luego, luego, su rebrote.  

El cuerpo es infinitamente efímero.

El cuerpo es un ser soñador. Vive al despertarse cada noche. Vive fuera de sí. El cuerpo se sueña siendo otros cuerpos, siendo todo lo que jamás podría imaginar despierto. El cuerpo sueña su evaporación, la posibilidad de existir sin cuerpo, y es allí donde vuelve a encontrarse; en las sombras de la vida esparcida al otro lado del mundo.

El cuerpo es material y es también su espectro.

El cuerpo es contradicción y a veces el cuerpo es paradoja.

El cuerpo que yo conozco es el cuerpo de una danza. Sé por ejemplo que mi corazón es un océano. Sé que me gusta sentir la piel al borde del delirio, cuando me muevo sin control en la certeza de una caída que se avecina hacia mi, tanto como yo a ella. Sé también que sé, solo porque tengo cuerpo. Y sobre todo porque es un cuerpo que danza y me deja saborear esta vida encarnada, moviente y movida que soy. Decir cuerpo es decir yo soy, es decir que no es mi automóvil, sino la vida en mi. La vida en un aquí constantemente moviente. El cuerpo es danzante en su médula misma. Aunque también puedo decir que he sentido cierta naturaleza vegetal, persistente, especialmente entre una vértebra y otra. A veces he sentido en el cuerpo la temporalidad del insecto al vibrar la ensanchada electricidad de los segundos. Otras veces he sentido en mi cuerpo el dolor punzante y exacto que sufre otro cuerpo. A veces no sé dónde empieza y donde termina mi cuerpo.

La danza en el cuerpo es un grito. Un aullido de vísceras y estrellas, un arrullo de sangre. Cuando el cuerpo danza, ahí entre alaridos, abre un claro de silencio. Solo cuando bailo y me muevo al tiempo de mi movimiento encuentro una quietud, como la calma de estar en un lugar y no en las miles de fugas posibles. En el máximo movimiento, continuado o cortado, abismal, expandido o relentado llego al fin a un aquí. Un aquí que evade con cada giro y con cada salto su definición; aquí como un orificio donde al fin puedo albergar lo imposible.

El cuerpo que danza es una fiesta.

El cuerpo es un espacio para todas las celebraciones.

Pequeñas reflexiones: fragmentos de nuevos escritos

Reflexión a la publicación “El tiempo de deriva como metodología” (*)

La reflexión del fragmento que compartí surge del haber observado durante los 24 años que doy clases, el proceso de las personas donde durante mucho tiempo sentían que no entendían lo que hacíamos. Incluso hubo algunas que luego de un año me contaron que casi todo ese tiempo estuvieron por irse de las clases debido a la incomodidad de no entender, y que muy recientemente les había caído una gran ficha entorno a la información que la práctica contiene.

Mientras me decían que no entendían, yo veía como aumentaba su habilidad entorno a la movilidad, su escucha interna y del entono, su paciencia (el hacer sin esperar el resultado esperado), el diálogo entre la voluntad y las distintas fuerzas que nos componen, además del cambio en la organización de sus tejidos. Incluso muchas veces, cuando me decían no entender, les preguntaba por sus dolores y me contaban asombradxs que ya no estaban. Entonces les repreguntaba: ¿Qué es entender?

Me lo sigo preguntando hoy. Si entender fuera retener racionalmente la información, poder definir de qué trata el ejercicio o darle un sentido en función de referencias pasadas a lo que aparece como sentir, pensar o cualquier suceso extraño: seguro que en las prácticas de NFCD no entendemos nada. Aún sigue siendo misterioso para mi el motivo de tanto nivel de desorientación en mis prácticas, muy especialmente en las de Alineación, pero creo que en general no entendemos lo nuevo.

Cuando iniciamos un vínculo, un proceso, una práctica no creo que entendamos de qué trata ni qué regalos trae a nuestra vida. Tal vez porque no se trate de entender sino de permitir que emerja la nueva información de la mixtura que es todo encuentro. La información no está, la información se construye. Por eso tal vez sea un error en nuestra concepción del saber pretender anticiparse a la emergencia de la información que es toda situación viva.

Muchos abordajes del aprendizaje se proponen disociados de lo que implica humanamente comprender un saber. Se pretende que viendo imágenes o incluso maquetas ya se comprendió e incluso que de eso trata la cosa. Como si habláramos en términos de realidad o verdad cuando vemos las imágenes o nombramos los conceptos y luego no sabemos ni cómo sentir en nuestro cuerpo ese tejido, cómo se mueve, como lo activo como lo desactivo, que me hace, cómo me mueve, cómo me afecta.

Todo saber es metáfora porque la experiencia es de otra sustancia, una dimensión inabarcable solo con la palabra y con una imagen. No hay representación que acceda a la vivencia. El mapa no es el territorio. Incluso no estoy dando como más valiosa la experiencia, ya que ésta ocurre en el marco de creencia, comprensión y perspectiva que se tenga.

Hablo de comprender la complejidad humana de habitar en la simultaneidad de mundos, donde de lo que se trata, creo, es de ponerlos a dialogar. Reconocer el invento que hacemos cada vez que observamos y la traducción que necesitamos cuando el pasaje va del saber al hacer. Porque en el cuerpo vivo tenemos que hacer ciertas operaciones para acceder a una movilidad u otra. A mi me interesa centrarme en las operaciones, que son en definitiva el estudio de nuestros modos de hacer, es decir de cómo sintonizamos la voluntad, nuestra participación, comprendiendo que no somos almas errantes, que estamos encarnadas, es decir que tenemos un montón de patrones que condicionan nuestra percepción, nuestro hacer y nuestro pensar.

Gracias especiales a Ana Garland y Laura Rey por su persistencia en la incomodidad y a todes con quienes exploramos la marea extraña y apasionante del aprender.

(Me pareció que el fragmento anterior que elegí “El tiempo de deriva como metodología” no era suficientemente claro, por eso agrego esto)


El tiempo de deriva como metodología

El recorrido de la práctica propone un tiempo de desenfocar o de indefinición. Es vital este tiempo de no entender –ni del todo qué hago ni qué hay que hacer- . En ese estado de “no saber” puedo descubrir mis modos de hacer. Entre un patrón de movilidad y la adquisición de uno nuevo se amplifica el registro de lo que hacemos.

En un tiempo, se va a entender físicamente la propuesta de Alineación, pero en el intervalo que hay entre el cuestionar lo que hago y la nueva definición (que es toda propuesta ya nombrada, ya entendida) el sentir está a la deriva: navegando las fuerzas, sintiendo diferencias respecto de lo sentido pero aún sin poder nombrar las nuevas percepciones. Allí aparece una amplificación de la atención (del sentir, percibir, estar) ya que no doy por sentado, como un hecho sellado, lo que hago. En esta amplificación puedo comenzar a entender las diferentes fuerzas que me componen: cuáles son voluntarias y cuáles no. Inclusive puedo distinguir de qué distintos campos y tiempos provienen estas actividades. Puedo sentirme como un territorio de confluencia. Una comunidad de universos, seres, organismos, historias, fuerzas.

En el tiempo de deriva se acumula información acerca de nuestros hábitos (que son procesos inconscientes que reproducen lo aprendido en el pasado) y sobre todo, aparece la información sobre otras posibilidades para gestar nuestra vida.


La docencia

Siento el rol docente como una dimensión del entorno: jugar a ser una maga que propone escenarios diversos con desafíos, juegos, recorridos que varían los climas, las texturas donde cada quien irá transitando y encontrando los tesoros perdidos u olvidados o nunca vistos pero que en realidad ya le pertenecen.


Referencias para indefinirnos

Todxs tenemos algo “desalineado” o fuera de su potencia, por eso no nos sirven tanto las pensamientos fijos de cómo debe organizarse una persona según una postura ideal, sino leernos desde referentes que contemplen la indefinición de lxs seres vivxs, el error, el proceso en sí mismo como un hallazgo y no solo como un simple medio para al fin ser lo esperado. Cuando los referentes son ideales definidos, contienen tal nivel de discriminación que anulan la pregunta por la singularidad. ¿Ser humane es algo definido a priori? ¿Alguien con escoliosis, con proporciones que no coinciden con la estética actual, con una pierna más corta que la otra, son seres disfuncionales? ¿Son un error del universo, una pobre falla que bueno, hay que aceptar pero que en verdad no nos gusta, no nos sirve? Considero a cada persona como un misterio; cada forma o diferencia de la mayoría es la que le propone un camino singular. No hay dos personas iguales pero claro, cada época tiene sus valores y eso conduce a dejar afuera a una parte de la humanidad. Cuando los referente son ideales o arquetipos formales o funcionales estamos predeterminando lo que la persona debe alcanzar o ya es en su potencia de salud. La salud es entonces de carácter funcional a ciertas estéticas y ciertas funciones humanas que consideramos hoy según nuestra perspectiva. Segun lo que creemos que un ser humanx puede ser, es o debería ser.Cada vez más en mi recorrido como docente, siento que no hay falla, que cada ser humanx contiene un aspecto que conserva de su historia pero siempre algo que se excede. Eso que excede es su singularidad. Su singularidad no es un detalle, no es el adorno a lo humanx, es la pregunta única, el recorrido y lo que abre nuestros connceptos acerca de qué trata ser humanx. Y es ése el recorrido que nos invita al despliegue más vital para nuestra salud; si por salud nos referimos a la potencia de ser esa extrañeza que somos, aquí y ahora.


Naturaleza

Desde hace mucho se quiere desmontar la escisión entre naturaleza y cultura para desarticular la definición de lo que el ser humanx es. Desarticular el intento de los sectores de poder al definir lo que “es natural” para discriminar y entonces dominar a todo lo que difiere de la norma. Creo que aquí la palabra naturaleza se la asocia a la idea de normalidad, a lo que se espera que hay que ser. Una estrategia para definir lo que las funciones biológicas significan y desde allí justificar el sometimiento a las normas impuestas en cada época y cultura. La finalidad de nuestros órganos y cuerpos es menos de la biología y más de la mirada que mira esa biología y vincula formas y funciones a los criterios de cada época para justificar su propia necesidad de control.Cuando yo hablo de naturaleza, quiero reivindicar la potencia de la vida en nosotres; hablo de ese proceso del que somos parte que incluye las cualidades de resiliencia y emergencia. La capacidad de sobreponerse a la adversidad y de producir novedades. Hablo del surgimiento de algo que antes no existía y que es la opción para permitir o potenciar la vida hoy.La vida se presenta desde esta perspectiva como un suceso indefinido, como un proceso que se va creando en el andar. La naturaleza como ese suceso donde se reúnen memoria e innnovación. Lo vemos por todos lados: la naturaleza en su diversidad, con su potencia tanto de diferencia (novedad) como de permanencia: su capacidad de perseverar en lo que es. La vida conservando aquello que permite la vida.Justamente al nombrar la palabra naturaleza, estoy trayendo la pregunta de ¿qué es lo natural? Es la pregunta con la que me topo en cada proceso humano. Traigo a la naturaleza como ejemplo de un orden caótico; una posibilidad de organizar la vida con la apertura al misterio que implica vivir en un mundo en movimiento. La naturaleza como el proceso de la vida que nos compone y comprende las fases del cambio. Veo a la naturaleza cambiar, regenerarse y recrearse cada vez. Veo su capacidad de inventiva, tan notable en su enorme diversidad.Entonces, ¿cómo podría ser la naturaleza una fuente de definición si se va reinventando a sí msima en el andar? Su colaboración de base, la delicada interconexión de cada organismo con sus organismos internos y externos entre tantos procesos que parecen ciencia ficción de la buena.Cito a la naturaleza para desvincular a la vida, ese aspecto biolóico que nos consntituye, de la idea de control y norma que me parece un invento humano más que una característica de la vida en sí.Y no quiero dejar de usar la palabra naturaleza porque el poder la haya asociado a la norma para invertir su sentido. No quiero que me roben esta palabra, no quiero perder lo que yo encuentro en ella. Prefiero visibilizar el problema y reinventarle un sentido, proponer un camino que se abra en otra dirección.En definitiva, dejar de usar esta palabra porque tiene un sentido marcado que no elegimos, sería como pensar que las palabras que usamos son nuestras y que nos expresamos libremente. El lenguaje es la historia escrita. Las palabras con las que queremos expresar lo que no existe tendremos que inventarlas una a una o tomar por asalto las que existen y desviarles los sentidos.


Los malestares

En mi recorrido personal y luego como docente creo que pude darle escucha a los malestares, en vez de pensarlos como un problema personal que hay que eliminar para poder existir en lo que hay. Al darle lugar al malestar ya hay un cuestionamiento implícito al entorno. Así, cuando cada persona da lugar a sus malestares puede traer una novedad al entorno. Y qué es el entorno aqui? Lo que consideramos que es ser humanx, lo definimos que es el cuerpo, lo que se supone que es estar bien, para lo que hay que dedicar la vida etc. Cuando se tapan los malestares se anula la diferencia que unx trae, la singularidad que puede cuestionar lo que existe y descubrir cómo podemos establecer un diálogo entre el pasado que da forma a las instituciones actuales y el futuro que brota con cada unx de nosotrxs.