Pequeñas reflexiones: fragmentos de nuevos escritos

Reflexión a la publicación “El tiempo de deriva como metodología” (*)

La reflexión del fragmento que compartí surge del haber observado durante los 24 años que doy clases, el proceso de las personas donde durante mucho tiempo sentían que no entendían lo que hacíamos. Incluso hubo algunas que luego de un año me contaron que casi todo ese tiempo estuvieron por irse de las clases debido a la incomodidad de no entender, y que muy recientemente les había caído una gran ficha entorno a la información que la práctica contiene.

Mientras me decían que no entendían, yo veía como aumentaba su habilidad entorno a la movilidad, su escucha interna y del entono, su paciencia (el hacer sin esperar el resultado esperado), el diálogo entre la voluntad y las distintas fuerzas que nos componen, además del cambio en la organización de sus tejidos. Incluso muchas veces, cuando me decían no entender, les preguntaba por sus dolores y me contaban asombradxs que ya no estaban. Entonces les repreguntaba: ¿Qué es entender?

Me lo sigo preguntando hoy. Si entender fuera retener racionalmente la información, poder definir de qué trata el ejercicio o darle un sentido en función de referencias pasadas a lo que aparece como sentir, pensar o cualquier suceso extraño: seguro que en las prácticas de NFCD no entendemos nada. Aún sigue siendo misterioso para mi el motivo de tanto nivel de desorientación en mis prácticas, muy especialmente en las de Alineación, pero creo que en general no entendemos lo nuevo.

Cuando iniciamos un vínculo, un proceso, una práctica no creo que entendamos de qué trata ni qué regalos trae a nuestra vida. Tal vez porque no se trate de entender sino de permitir que emerja la nueva información de la mixtura que es todo encuentro. La información no está, la información se construye. Por eso tal vez sea un error en nuestra concepción del saber pretender anticiparse a la emergencia de la información que es toda situación viva.

Muchos abordajes del aprendizaje se proponen disociados de lo que implica humanamente comprender un saber. Se pretende que viendo imágenes o incluso maquetas ya se comprendió e incluso que de eso trata la cosa. Como si habláramos en términos de realidad o verdad cuando vemos las imágenes o nombramos los conceptos y luego no sabemos ni cómo sentir en nuestro cuerpo ese tejido, cómo se mueve, como lo activo como lo desactivo, que me hace, cómo me mueve, cómo me afecta.

Todo saber es metáfora porque la experiencia es de otra sustancia, una dimensión inabarcable solo con la palabra y con una imagen. No hay representación que acceda a la vivencia. El mapa no es el territorio. Incluso no estoy dando como más valiosa la experiencia, ya que ésta ocurre en el marco de creencia, comprensión y perspectiva que se tenga.

Hablo de comprender la complejidad humana de habitar en la simultaneidad de mundos, donde de lo que se trata, creo, es de ponerlos a dialogar. Reconocer el invento que hacemos cada vez que observamos y la traducción que necesitamos cuando el pasaje va del saber al hacer. Porque en el cuerpo vivo tenemos que hacer ciertas operaciones para acceder a una movilidad u otra. A mi me interesa centrarme en las operaciones, que son en definitiva el estudio de nuestros modos de hacer, es decir de cómo sintonizamos la voluntad, nuestra participación, comprendiendo que no somos almas errantes, que estamos encarnadas, es decir que tenemos un montón de patrones que condicionan nuestra percepción, nuestro hacer y nuestro pensar.

Gracias especiales a Ana Garland y Laura Rey por su persistencia en la incomodidad y a todes con quienes exploramos la marea extraña y apasionante del aprender.

(Me pareció que el fragmento anterior que elegí “El tiempo de deriva como metodología” no era suficientemente claro, por eso agrego esto)


El tiempo de deriva como metodología

El recorrido de la práctica propone un tiempo de desenfocar o de indefinición. Es vital este tiempo de no entender –ni del todo qué hago ni qué hay que hacer- . En ese estado de “no saber” puedo descubrir mis modos de hacer. Entre un patrón de movilidad y la adquisición de uno nuevo se amplifica el registro de lo que hacemos.

En un tiempo, se va a entender físicamente la propuesta de Alineación, pero en el intervalo que hay entre el cuestionar lo que hago y la nueva definición (que es toda propuesta ya nombrada, ya entendida) el sentir está a la deriva: navegando las fuerzas, sintiendo diferencias respecto de lo sentido pero aún sin poder nombrar las nuevas percepciones. Allí aparece una amplificación de la atención (del sentir, percibir, estar) ya que no doy por sentado, como un hecho sellado, lo que hago. En esta amplificación puedo comenzar a entender las diferentes fuerzas que me componen: cuáles son voluntarias y cuáles no. Inclusive puedo distinguir de qué distintos campos y tiempos provienen estas actividades. Puedo sentirme como un territorio de confluencia. Una comunidad de universos, seres, organismos, historias, fuerzas.

En el tiempo de deriva se acumula información acerca de nuestros hábitos (que son procesos inconscientes que reproducen lo aprendido en el pasado) y sobre todo, aparece la información sobre otras posibilidades para gestar nuestra vida.


La docencia

Siento el rol docente como una dimensión del entorno: jugar a ser una maga que propone escenarios diversos con desafíos, juegos, recorridos que varían los climas, las texturas donde cada quien irá transitando y encontrando los tesoros perdidos u olvidados o nunca vistos pero que en realidad ya le pertenecen.


Referencias para indefinirnos

Todxs tenemos algo “desalineado” o fuera de su potencia, por eso no nos sirven tanto las pensamientos fijos de cómo debe organizarse una persona según una postura ideal, sino leernos desde referentes que contemplen la indefinición de lxs seres vivxs, el error, el proceso en sí mismo como un hallazgo y no solo como un simple medio para al fin ser lo esperado. Cuando los referentes son ideales definidos, contienen tal nivel de discriminación que anulan la pregunta por la singularidad. ¿Ser humane es algo definido a priori? ¿Alguien con escoliosis, con proporciones que no coinciden con la estética actual, con una pierna más corta que la otra, son seres disfuncionales? ¿Son un error del universo, una pobre falla que bueno, hay que aceptar pero que en verdad no nos gusta, no nos sirve? Considero a cada persona como un misterio; cada forma o diferencia de la mayoría es la que le propone un camino singular. No hay dos personas iguales pero claro, cada época tiene sus valores y eso conduce a dejar afuera a una parte de la humanidad. Cuando los referente son ideales o arquetipos formales o funcionales estamos predeterminando lo que la persona debe alcanzar o ya es en su potencia de salud. La salud es entonces de carácter funcional a ciertas estéticas y ciertas funciones humanas que consideramos hoy según nuestra perspectiva. Segun lo que creemos que un ser humanx puede ser, es o debería ser.Cada vez más en mi recorrido como docente, siento que no hay falla, que cada ser humanx contiene un aspecto que conserva de su historia pero siempre algo que se excede. Eso que excede es su singularidad. Su singularidad no es un detalle, no es el adorno a lo humanx, es la pregunta única, el recorrido y lo que abre nuestros connceptos acerca de qué trata ser humanx. Y es ése el recorrido que nos invita al despliegue más vital para nuestra salud; si por salud nos referimos a la potencia de ser esa extrañeza que somos, aquí y ahora.


Naturaleza

Desde hace mucho se quiere desmontar la escisión entre naturaleza y cultura para desarticular la definición de lo que el ser humanx es. Desarticular el intento de los sectores de poder al definir lo que “es natural” para discriminar y entonces dominar a todo lo que difiere de la norma. Creo que aquí la palabra naturaleza se la asocia a la idea de normalidad, a lo que se espera que hay que ser. Una estrategia para definir lo que las funciones biológicas significan y desde allí justificar el sometimiento a las normas impuestas en cada época y cultura. La finalidad de nuestros órganos y cuerpos es menos de la biología y más de la mirada que mira esa biología y vincula formas y funciones a los criterios de cada época para justificar su propia necesidad de control.Cuando yo hablo de naturaleza, quiero reivindicar la potencia de la vida en nosotres; hablo de ese proceso del que somos parte que incluye las cualidades de resiliencia y emergencia. La capacidad de sobreponerse a la adversidad y de producir novedades. Hablo del surgimiento de algo que antes no existía y que es la opción para permitir o potenciar la vida hoy.La vida se presenta desde esta perspectiva como un suceso indefinido, como un proceso que se va creando en el andar. La naturaleza como ese suceso donde se reúnen memoria e innnovación. Lo vemos por todos lados: la naturaleza en su diversidad, con su potencia tanto de diferencia (novedad) como de permanencia: su capacidad de perseverar en lo que es. La vida conservando aquello que permite la vida.Justamente al nombrar la palabra naturaleza, estoy trayendo la pregunta de ¿qué es lo natural? Es la pregunta con la que me topo en cada proceso humano. Traigo a la naturaleza como ejemplo de un orden caótico; una posibilidad de organizar la vida con la apertura al misterio que implica vivir en un mundo en movimiento. La naturaleza como el proceso de la vida que nos compone y comprende las fases del cambio. Veo a la naturaleza cambiar, regenerarse y recrearse cada vez. Veo su capacidad de inventiva, tan notable en su enorme diversidad.Entonces, ¿cómo podría ser la naturaleza una fuente de definición si se va reinventando a sí msima en el andar? Su colaboración de base, la delicada interconexión de cada organismo con sus organismos internos y externos entre tantos procesos que parecen ciencia ficción de la buena.Cito a la naturaleza para desvincular a la vida, ese aspecto biolóico que nos consntituye, de la idea de control y norma que me parece un invento humano más que una característica de la vida en sí.Y no quiero dejar de usar la palabra naturaleza porque el poder la haya asociado a la norma para invertir su sentido. No quiero que me roben esta palabra, no quiero perder lo que yo encuentro en ella. Prefiero visibilizar el problema y reinventarle un sentido, proponer un camino que se abra en otra dirección.En definitiva, dejar de usar esta palabra porque tiene un sentido marcado que no elegimos, sería como pensar que las palabras que usamos son nuestras y que nos expresamos libremente. El lenguaje es la historia escrita. Las palabras con las que queremos expresar lo que no existe tendremos que inventarlas una a una o tomar por asalto las que existen y desviarles los sentidos.


Los malestares

En mi recorrido personal y luego como docente creo que pude darle escucha a los malestares, en vez de pensarlos como un problema personal que hay que eliminar para poder existir en lo que hay. Al darle lugar al malestar ya hay un cuestionamiento implícito al entorno. Así, cuando cada persona da lugar a sus malestares puede traer una novedad al entorno. Y qué es el entorno aqui? Lo que consideramos que es ser humanx, lo definimos que es el cuerpo, lo que se supone que es estar bien, para lo que hay que dedicar la vida etc. Cuando se tapan los malestares se anula la diferencia que unx trae, la singularidad que puede cuestionar lo que existe y descubrir cómo podemos establecer un diálogo entre el pasado que da forma a las instituciones actuales y el futuro que brota con cada unx de nosotrxs.